REFLEXIÓN CRÍTICA
He realizado varias veces el camino de Santiago, la primera vez hace unos quince años.
Existe lo que se llama ""EL ESPÍRITU DEL CAMINO"" que trasciende más allá de connotaciones religiosas y viene definido por el sacrificio, la sencillez y la humildad del peregrino, la solidaridad y la atención mutua que se va fraguando conforme van avanzando los kilómetros.
La condición social desaparece cuando el primer dia cargas con tu mochila con las cuatro pertenencias que te acompañarán hasta el final. Prendas que lavarás a diario, unas chanclas para descansar los pies y tres útiles más, serán la prolongación de tu cuerpo hasta la llegada a Santiago.
En esta fase un denominador común definirá el peregrino: el cansancio, las lesiones, humildad y sencillez. Ese espíritu, que como ya dije trasciende a las clases y a las personas, aparecerá en forma solidaria entre iguales como esa mano amiga que te ayuda y te anima.
!!Bien!! Pues ese espíritu se ha perdido prácticamente en los meses de verano.
Los últimos 100 kilómetros del camino se han convertido en una ROMERÍA, una caravana de autobuses acercan al inicio de la etapa a una marabunta de peregrinos, que con sus algarabías y canciones declararán el día como festivo.
Igualmente, furgonetas cargadas de mochilas recorrerán la etapa en 10 minutos, en tanto que tú, tardarás 6 o 7 horas en llevar la tuya pegada a tu espalda.
Pero lo peor no es eso, es que el auténtico peregrino que viene de recorrer 200, 500 u 800 km no le quedará ninguna opción donde alojarse, los ALBERGUES COMPLETOS.
!!Ya ves!!, lo único que necesitamos es una colchoneta y un techo bajo el que cobijarnos.
Al margen de esta crítica, creo que el camino se realice por unos o por otros motivos, aquellos que lo recorren, hagan más o menos kilómetros, se recrearán paseando por la naturaleza y obtendrán un beneficio para su salud.
Pero recordad que se trata de un bien cultural declarado por la UNESCO como patrimonio de toda la humanidad, que debemos de cuidar y conservar.
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